Germano Nadalutti, las manos de oro de la Alba Engineering

Germano Nadalutti era un hombre que parecía tener la piel de acero inoxidable. Un hombre del norte, que llegó de la región de Friuli a Turín para ganarse la vida.Un tipo duro. Y era en cambio todo lo contrario, un romántico total con unas manos de oro.Nuestro amigo Giorgio Stirano lo descubrió en un cálido día de verano en los ochenta en el circuito de Vallelunga, cuando se le acercó una persona y le dijo a Giorgio.." El Doctor Violati desearía que Vd. viera su colección. Como negarse ante este ofrecimiento de Fabrizio Violati?
Nos miramos Germano y yo, y asentí inmediatamente a tal visita."Es un honor, cuando podemos ver la colección?"contestó "inmediatamente".
Nos subimos al coche y llegamos a un lugar perdido en la región de Romagna, dos enormes edificios, uno más grande quel el otro.Pasamos al interior...
Había unos cincuenta Ferrari! Y en la otra nave más pequeña, la famosa GTO, un 250 SWB y otros veinte coches de competición.Germano se ruborizó con la cara roja como un tomate.Se emocionó como un niño, y casi se cae al suelo. Estaba dentro de una parte de la historia que siempre había soñado! En ese momento descubrí la forma de ser de Germano, su pasión inquebrantable y su extraordinaria capacidad de asombro.
Trabajamos codo con codo cinco años, junto a los hermanos Beppe y Lucia Baruzzo, naciendo así Alba Engineering, y un magnífico palmares.
Juntos construimos el Alba Fórmula 3 y sobre todo el grupo C, que La Escudería Carma con los pilotos Facetti y Finotto pudo conquistar la Copa del Mundo FISA C2 en los años 1983 y 1984.
Seguramente le causé un gran dolor el día que decidí cerrar en 1986 Alba Engineering, por falta de resultados económicos. Su pasión no pudo entender este cierre que podía haber arrastrado a su Olmas, la Sociedad que el había fundado con su hermano Beppe.
Qué se puede decir de Germano: difícil resumir lo que hoy llamaríamos un professional skill. Sabía hacer de todo... trabajar el torno y la fresa, soldar cualquier material, tratar la chapa. Le dabas un pequeño dibujo y nacía una pieza perfecta, el mundo de la aeronáutica le había forjado, y el automovilismo de competición le pulió.Puntilloso, nunca aceptaba el resultada, se podía mejorar, cada pieza era una obra de arte.
Siempre estuvo ahí hasta el final, trabajando por el placer de estar en su profesión.
Adiós Germano, uno de los grande de Italia.

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